Aprovechando su viaje a Asturias, hemos tenido el placer de contar con la visita de Nazaria Tum Sanic en diciembre, quien nos ha compartido la situación actual de Guatemala y la labor que realizan en su organización.
Nazaria es defensora de los derechos humanos de las mujeres en Guatemala y es integrante de la junta directiva de la Asociación de Mujeres Indígenas Voz de la Resistencia – AMIVR, organización que Mugarik Gabe Nafarroa lleva años apoyando.
Este encuentro nos sirvió para actualizarnos acerca de la situación de Guatemala y la labor que realiza AMIVR, pero para poder entender la actualidad debemos hacer un breve repaso histórico:
Guerra civil y resistencia de las comunidades
Durante el conflicto armado de Guatemala (1960 – 1996) hubo persecución y represión por parte de los soldados a la población civil. Esta época se caracteriza por masacres, desapariciones, capturas, torturas, bombardeos… La tierra arrasada fue una política de exterminio y etnocidio. Frente a esta presión del ejército los campesinos tuvieron que huir a las montañas y a la selva. Fue así como surgieron las Comunidades de Población en Resistencia – CPR-de la Sierra.
Familias enteras sobrevivieron en las montañas, comunidades sin casas, ropa, calzado, alimento ni medicina. Tenían que estar continuamente moviéndose para evitar ser encontrados por el ejército. Formaron estructuras comunitarias y se organizaron en torno a diferentes comisiones: salud, educación, vigilancia, producción y animación. En definitiva, crearon un nuevo tipo de sociedad en la clandestinidad.
En 1990 deciden salir a la luz pública para denunciar las violaciones cometidas y romper con el cerco político-militar del ejército y el gobierno, coincidiendo con el período en que el Gobierno de la República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca – URNG comienzan a negociar los acuerdos de paz, que finalmente se firmaron en 1996. Comenzó así la lucha por el reconocimiento como población civil de las CPR. Tras conocerse la existencia de estas comunidades que habían vivido 10 años en la clandestinidad sin que ni siquiera en Guatemala se conociera su existencia, muchas personas fueron a Guatemala como observadoras internacionales y a acompañar el proceso de lucha por el reconocimiento de población civil. Fueron muchas las muestras de solidaridad a nivel internacional, a través de Mugarik Gabe Nafarroa también hubo mucha gente que fue de acompañante.
Entre 1997 y 2000 se inició una Plataforma de lucha y negociación por la tierra. Se lograron tierras a las que fueron trasladadas las CPR y comenzaron una nueva vida desde cero en los nuevos asentamientos, donde no había casas, agua ni cultivos, por lo que tuvieron que iniciar una nueva lucha por el desarrollo de cada comunidad. La situación seguía siendo muy difícil, pues fueron fincas sobre-usadas de baja fertilidad por el cultivo de algodón y cañas.
“Oponerse sin armas y sin infraestructura a un enemigo poderoso y desalmado es recurrir a la voluntad de vivir como escudo y consigna. Sostener creencias y tradiciones, padeciendo las condiciones más duras y adversas sólo se logra con la fuerza de la fe en sí y en un futuro posible. La existencia de las Comunidades de Población en Resistencia nos demuestra el valor y la tenacidad de quienes se niegan a doblegarse y a claudicar. Tener la posibilidad de saber cómo y por qué se conformaron estos grupos que pasaron las pruebas más amargas e inimaginables y ver cómo todavía hoy continúan sobrellevando y enfrentando los problemas que no parecen tener salida ni solución, es volver a constatar que todavía hay quienes creen que los sueños perseguidos sí se pueden realizar.» – Cabanas Díaz, A. (2000). Los sueños perseguidos. 2ª ed. Donostia: Tercera Prensa – Hirugarren Prentsa S.L.
Despojo y explotación de los recursos
Tras la firma de los acuerdos de paz se perdieron muchos de los apoyos y ayudas que se habían recibido en Guatemala en los años previos, muchas organizaciones se retiraron, pues “ya había paz”. Sin embargo, no se puede hablar de una paz firme y duradera, pues la situación en Guatemala hoy día sigue siendo muy difícil y hay un alto índice de violencia. Durante los 36 años que duró el conflicto armado hubo 200.000 muertos (según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, nombrada por las Nacionales Unidas), y desde la firma de los acuerdos, durante estos 26 años, ha habido 114.735 muertos (según datos oficiales de la policía, pero se estima que podrían ser muchos más).
Ya no está el ejército, pero ahora están las empresas a través de múltiples macroproyectos: hidroeléctricas, minerías a cielo abierto, o monocultivos de palma aceitera que luego dejan el suelo inservible. Con el transcurso del tiempo se ve que la guerra civil de Guatemala y la política de tierra arrasada supusieron el robo de las tierras y sus recursos a la población indígena, recursos que ahora están en manos de grandes empresas.
“Si hubiéramos sabido esto, que las empresas iban a implantarse ahí por sus intereses por los recursos, no hubiéramos salido de nuestros territorios.” – Nazaria Tum Sanic.
La gente que se levanta para defender su tierra es asesinada, capturada, desaparecida… Hay comunidades desalojadas que no tienen adónde ir y se refugian en las montañas, tal como lo hicieron las CPR en su día. Las CPR fueron perseguidas, desalojadas y muertas en las montañas; y ahora está ocurriendo también. Hay ataques contra líderes y lideresas comunitarios, son encarcelados y asesinados. En 2020 se registraron más de 1.000 ataques a personas defensoras de DDHH en Guatemala (UDEFEGUA).
Guatemala continúa con una situación muy compleja: migraciones de jóvenes, violencia, desalojos, persecución, agresiones a defensores/as… Ante esta situación, la organización civil sigue siendo la clave para el desarrollo de las comunidades.
Organización social y trabajo de las mujeres
La Asociación de Mujeres Indígenas Voz de la Resistencia – AMIVR se inscribió como ente legal en 2011, pero la organización de mujeres tiene antecedentes y un recorrido anterior.
A finales del año 1990, después de la primera asamblea general de CPR-Sierra, surge la Organización de Mujeres Mártires de la Resistencia, una organización de mujeres dentro de las propias CPR que luchó al lado de los hombres por el reconocimiento de población civil y por la tierra, y que además tenía por objetivo la lucha por el respeto a los derechos de las mujeres. Las mujeres participaron en las estructuras y servicios comunitarios de salud y educación, pero tras el traslado a los nuevos asentamientos y la dispersión de las comunidades la organización se desarticuló.
Tras varios años, las mujeres vieron que no tenían su espacio, no tenían la palabra, y tras un diagnóstico participativo consideraron importante retomar la organización. Tras varios años de talleres, encuentros y reuniones, celebraron la primera asamblea general de mujeres y se constituyó AMIVR. Se trata de una organización de mujeres, si bien cuentan con compañeros que les apoyan, son sólo técnicos, los espacios de toma de decisiones son ocupados por mujeres.
Actualmente está atendiendo a 43 comunidades de 10 municipios en 4 departamentos, en torno a diferentes ejes de trabajo:
- Memoria histórica, para que las generaciones que vengan detrás conozcan la historia de sus madres, padres y comunidades. En 2015 publicaron el libro “En reconstrucción de la memoria histórica, mujeres rompiendo el silencio”.
- Educación y formación: cuentan con un programa de alfabetización para que así las mujeres tengan más capacidad de tomar espacios.
- Fortalecimiento organizativo y poder local de las mujeres: para que las mujeres tomen la palabra, opinen y contribuyan a la vida de sus comunidades.
- Salud alternativa: se han iniciado procesos de sanación y atención psicosocial para enfrentar las secuelas que dejó la guerra. También se cuenta con un grupo de teatro que cuenta todo lo que se vivió en la montaña.
- Convivencia con madre tierra y la naturaleza: para tomar conciencia de los recursos con los que se cuenta y utilizar sólo los recursos necesarios.
- Economía de las mujeres (producción sostenible): se llevan a cabo proyectos de producción alternativa. Durante la pandemia no se permitía a la gente salir de sus comunidades y las mujeres que cultivaban sus alimentos empezaron a venderlos. Las comunidades se han organizado y autoabastecido. Ahora la necesidad que tienen es contar con agua, pues muchas comunidades únicamente se abastecen del agua de la lluvia y en época de sequía pasan dificultades. Así pues, han emprendido proyectos para abastecer de agua a las comunidades, como una estrategia hacia la soberanía y autoorganización: si se puede garantizar la propia alimentación se es menos dependiente.
La organización es la base, siempre y cuando se esté organizado se puede seguir adelante, tal como indica la consigna de CPR:
“Resistir para vivir, resistir para avanzar”.
Además, AMIVR también está articulada en diferentes plataformas, es parte activa de la Articulación Nacional de Mujeres “Tejiendo Fuerzas para el Buen Vivir”, que ha impulsado la propuesta de ley DEM, Desarrollo Económico para las Mujeres, pendiente de ser aprobada.
Eskerrik asko, Nazaria, por compartir tus vivencias y trasladarnos la lucha de las mujeres de la Voz. Nos hacemos eco de la consigna de AMIVR:
“Mujeres unidas formándose y transformando vidas”.